La formación continua del profesorado: reflexiones tras el coloquio con J. M. Escudero


De los artículos propuestos y del coloquio con el autor de los mismos, Juan M. Escudero, sobre la formación continua del profesorado, los puntos que más han removido mi conciencia en relación con mi propia experiencia han sido:
  • La deficiencia en la formación relacionada con la evaluación. El resultado del trabajo de investigación de Juan M. Escudero (Aprendizaje docente y desarrollo profesional del profesorado, 2017) refleja una carencia importante en el aprendizaje de procesos de evaluación. Este dato me llamó especialmente la atención pues de nada sirve innovar en los contenidos y las metodologías, y en el desarrollo de competencias, si finalmente evaluamos con el examen tradicional. De hecho, esa es la percepción que tengo desde hace tiempo de mi propio desempeño docente y del de mi entorno. Queda demostrado que la innovación en contenidos y metodología no van siempre de la mano en innovación de la evaluación.
Estoy convencida, además, de que parte de ese problema se debe a nuestra falta de formación en ese sentido. En el Plan de formación y desarrollo del profesorado de mi centro para el curso 2017-18, solo un 7% de los cursos están dedicados a la evaluación.

  • La importancia de que la formación tenga una incidencia real en el aprendizaje del profesor y que este aprendizaje sea evaluado y autoevaluado. Toda formación tiene como objetivo el aprendizaje, y el docente no es una excepción. Sin embargo, creo que, al tratarse de una formación voluntaria, no reglada, podemos caer en el error de obviar el proceso de evaluación asociado. Por supuesto nuestra motivación no debe ser la superación de una evaluación, si no, el aprendizaje asociado a dicha evaluación.

Por otro lado, según mi experiencia, la falta de tiempo hace que no nos detengamos lo suficiente en nuestra autoevaluación y en analizar si realmente nuestra innovación tiene una incidencia significativa en el aula.  Como nos decía Juan Manuel durante el coloquio, y como no puede ser de otra manera, nuestra formación debe repercutir claramente en el aula.
  •  La formación debe ser un proceso colectivo y que se desarrolle dentro de la misma tarea de enseñar. Las comunidades de aprendizaje o abrir el aula al amigo crítico (J. M. Escudero, 2009) por ejemplo, parecen soluciones eficientes para que la práctica docente se pueda mejorar de una forma eficaz. De esto modo, la responsabilidad de la formación recae en nosotros mismos como profesionales, aún cuando la administración o los recursos no facilitasen nuestra formación. En la vocación docente debe llevar implícito el deseo constante por aprender y adaptarse a los cambios.
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Jornada de Innovación Docente de la Universidad Francisco de Vitoria
Las lecturas y el coloquio con Juan M. Escudero, además de estimulantes, me han ayudado a reflexionar sobre mi propio proceso formativo como docente y a evaluar el plan de formación de mi centro de trabajo. En lo personal, me doy cuenta de que deslumbrada por las metodologías innovadoras, podía estar descuidando el qué y el por qué a favor del cómo. Por otro lado, me preocupa ser capaz de realizar evaluaciones formativas y que se ajusten de la mejor manera a mis innovaciones metodológicas.
En cuanto al centro en el que trabajo, considero que tiene un pleno compromiso con la mejora docente. Nuestro departamento de formación ofrece un amplio y atractivo programa de formación y desarrollo docente. La oferta de cursos se actualiza cada año, son gratuitos y se realizan dentro de nuestro horario laboral. Y lo más importante, se van adaptando a los cambios o necesidades detectadas, y a las peticiones de los docentes. Por ejemplo, cuando me incorporé a la universidad hace 10 años, la formación se volcaba principalmente en la adaptación el nuevo Espacio de Educación Superior Europeo, el sistema de competencias o la planificación mediante Guías Docentes. Actualmente, la oferta incluye formación en competencias digitales, creatividad e innovación, comunicación, etc, así como cursos de gestión emocional, trabajo en equipo, formación de tutores o acompañamiento del alumnado. Si bien, sería necesario gestionar de una manera más eficiente 1) el tiempo disponible con el que contamos los docentes para realizar dichos cursos, 2) trabajar en la motivación del profesorado universitario que no siempre entiende la necesidad de una formación pedagógica, y 3) implementar un sistema de evaluación del aprendizaje docente.

Bibliografía:
  1. Escudero, J.M., Cutanda, M.T. y Trillo, J.F. Aprendizaje Docente y Desarrollo profesional del profesorado. Profesorado, 21 (2): 83-102, 2017.
  2. Escudero, J.M. El amigo crítico, una posibilidad para la formación del profesorado en los centros. Compartim, 4: 1-4, 2009.

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